Créeme si te digo que los días previos al lanzamiento de la newsletter he sentido una excitación parecida a la que me invade en una noche de estreno. A menudo rehuimos ese estado de nervios porque nos incomoda. Y, sin embargo, tiene algo positivo. Quiere decir que lo que vamos a hacer nos importa. Quiere decir que amamos lo que hacemos y queremos hacerlo bien.
Echo de menos aquellos tiempos en el pueblo, cuando dejábamos la puerta abierta de casa todo el día, y no la cerrábamos hasta la noche, antes de ir a dormir. Echo de menos aquellos tiempos en que la iaia Catalina me mandaba llevar buñuelos de Semana Santa a nuestras vecinas o algo de comida que ella había cocinado y quería regalar. Echo de menos aquellos tiempos en que la iaia iba al campo a echar una mano (y nunca mejor dicho) a la payesa Lola y ésta le obsequiaba con verdura. Echo de menos el tiempo en que las personas nos ayudábamos sin esperar recibir nada a cambio. Añoro esos tiempos.
Probablemente de esa añoranza, y de mi pasión por escribir, nace la necesidad de crear un canal a través del cual compartir el conocimiento y la experiencia adquiridas a lo largo de los años. Esto es lo que más me ilusiona y apetece en este momento de mi vida.
Cuando hace 20 años empecé a estudiar la voz, lo hice para entender cómo hacía lo que hacía cuando cantaba y para hacer mi trabajo lo mejor posible. Hoy, sigo estudiándola para ayudar a los demás a conseguir sus propósitos. Y eso me hace sentir enormemente útil. ¿Te ocurre que no puedes hacer algo si no le encuentras pleno sentido? A mí me ha pasado siempre, desde pequeña.
Confío ser capaz de trasladarte mi estimación hacia este instrumento que tantas satisfacciones me ha dado a lo largo de 40 años de oficio. También me ha hecho sufrir. Y mucho. Y de este sufrimiento he sacado grandes lecciones y aprendizajes que confío en compartir contigo para que entiendas que voz es única e irrepetible, como tus huellas digitales, que no hay otra igual y que harás bien en amarla y cuidarla.
En el momento de enviar esta primera carta sois 230 los subscritos, lo cual significa que la envío a 230 personas interesadas en la voz o en lo que yo pueda contar sobre ella. La voz es un instrumento tan familiar como desconocido a la vez. Un fenómeno sonoro que crea admiración. Es la expresión de quiénes somos y de cómo hemos ido configurando nuestra vida en relación a nuestros hábitos posturales, alimenticios, sociales y familiares. La voz es una madeja enredada con muchos cabos de los cuales tirar.
Yo tiraré de algunos pero me gustará contar con tus aportaciones y comentarios porque esta newsletter, por encima de todo, debe serte útil. Con ese propósito he creado un apartado al final de esta carta para que me escribas y compartas tus temas de interés. Además, estoy preparando un espacio en la web donde guardaré todas las cartas indexadas cronológicamente por si algún día quieres recuperar un contenido concreto.
Continuaría y continuaría y continuaría escribiendo pero no quiero robarte más tiempo por hoy. Si crees que este contenido puede ser de interés para alguien de tu entorno, te dejo un enlace para que lo compartas por WhatsApp.
Gracias por estar ahí. Nos leemos el próximo viernes 4 de marzo, día en qué habré culminado algo muy importante que te contaré entonces. Me despido pero no sin antes tener un pensamiento para Ucrania. Paz, queremos paz.