Sueños hechos realidad

«Hay momentos que recuerdas toda la vida. Hay momentos que esperas y sueñas toda la vida. Éste, es uno de esos momentos.»

 

Con estas palabras quise empezar el pasado sábado, 11 de junio, mi discurso en el acto de graduación de los estudiantes de enfermería de la UIC, de los que tuve el honor de ser la madrina.

 

Las palabras no son mías. Pertenecen a una canción escrita en la década de los 80 por los grandes letristas Alan&Marilyn Bergman y que Barbra Streisand cantó en la película Yentl.

 

La promoción de estudiantes 2018/202 culminan una etapa y lo hacen a base de esfuerzo. Esfuerzo intelectual, cognitivo y físico. A base de implicación y de compromiso. No existen resultados sin implicación, compromiso y rigor. Ellos lo saben bien.

 

(No habrá sido fácil superar los obstáculos de estudiar con una pandemia de por medio)

 

El verdadero reto comienza ahora, en el momento en que se inician en el oficio que han elegido.

 

Hablo de oficio y no de profesión, trabajo u empleo y lo hago con toda intención. Me da la impresión de que esta palabra se está perdiendo y me sabe mal. Creo que nos conecta con nuestro ser más artesano, aquel que se forma y prepara para alcanzar unas habilidades y las combina con la capacidad de observación y la creatividad.

 

A mi entender, el oficio de enfermero es del todo artesanal. Ciencia y arte estarán presentes a partes iguales en su día a día, en el trato con las personas que les confiarán la salud y las preocupaciones más íntimas o en la relación con los colegas y compañeros con los que formarán equipos.

 

La ciencia porque otorga el método y el conocimiento. El arte porque estimula a nuestro ser creativo, curioso y valiente. Escuchar, observar, orientar, estimular, alentar, motivar, son verbos que debemos conjugar a menudo quienes tratamos con personas que nos confían un problema de salud.

 

Cuando un actor sale a escena y hace la representación número 2.000, su disposición de ánimo debe ser la misma que el día que hizo la función número 1. La ilusión que los graduados sintieron el pasado sábado es el motor más potente, una llama que deberá permanecer siempre encendida en un rinconcito del alma para acordarse siempre del por qué un día decidieron seguir la vocación que sentían y dedicar su tiempo y energía a cuidar de los demás.

 

(Si alguien de nosotros no conocía el papel de este colectivo en la sociedad, con la pandemia seguro que ha quedado claro).

 

La ilusión se renueva con el esfuerzo, decía el Dr. Moisés Broggi. Otra frase que evidencia con sencillez pero contundencia el verdadero motor de lo que nos empuja, o debería empujarnos a la vida, a hacer lo que hacemos.

 

Cuando hay esfuerzo, todo lo que hacemos toma un sentido profundo. Con el esfuerzo alcanzamos el verdadero reconocimiento, ese que nos otorgamos nosotros mismos cuando sabemos a ciencia cierta que hemos hecho las cosas bien hechas.

 

Hacer las cosas bien hechas porque el oficio lo exige y también por el placer de hacerlas bien. Hablo de lo que nuestros padres y abuelos nos enseñaron con su ejemplo. Ellos no entendían el trabajo, o cualquier aspecto de la vida cotidiana, si no era haciendo las cosas bien. A diferencia de nosotros, los de aquella generación no pudieron soñar qué querían ser en la vida ni mucho menos decidirlo. Nunca pensaron qué querían estudiar, qué oficio desempeñar, cómo iban a ser útiles a la sociedad que pertenecían, qué papel querían desarrollar.

 

Ellos hicieron lo que tocaba. Y lo que tocaba era trabajar para sobrevivir. No para vivir, no, para sobrevivir y, quizá así, el día de mañana, dar un futuro mejor a sus hijos y nietos.

 

Sin embargo, nosotros nos reunimos el pasado sábado para compartir un acto autoridades académicas, profesores y graduados. Personas que hemos podido soñar, decidir y elegir. Somos unos afortunados y más vale que seamos conscientes de ello.

 

Cerré el acto con las mismas palabras con las que lo inicié. Pero en lugar de decirlas las canté.

 

Me pareció que a través de la voz y del canto, el mensaje que les quería transmitir llegaría con más intensidad y  perduraría en su recuerdo.

Que tengáis muy buena semana.

Salud y paz

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