Sordos profundos. Pero oímos y hablamos

Cuando estudiaba logopedia descubrí que las personas sordas no son mudas. Que no desarrollen la facultad de expresarse oralmente a través del lenguaje porque no oyen y, en consecuencia, no pueden adquirirlo, no quiere decir que sean mudas. Desde el punto de vista fisiológico, es totalmente factible producir sonido con los pliegos vocales.

De hecho, los bebés sordos profundos emiten sonidos en la etapa del barboteo, pero cuando acaba este período, si no reciben por vía auditiva los estímulos sonoros del entorno, la laringe deja de hacer su función expresiva porque no tiene un modelo o ejemplo a reproducir. La voz es un instrumento de base vocal auditiva y el proceso de desarrollo y adquisición del lenguaje solamente es posible si existe audición. De modo que, sin audición, no hay voz, ni lenguaje.

Años atrás, los padres tenían conocimiento de la sordera de un hijo cuando, al pasar los primeros años de vida, comprobaban que no aparecía el habla, que el bebé no articulaba palabras. Hoy en día, al nacer se realiza una prueba no invasiva que consiste en enviar potenciales evocados acústicos al cerebro para evaluar el sistema nervioso auditivo.

Esta prueba se lleva a cabo de forma sistemática a todos los bebés. Además del gran avance que significa dicha prueba en materia de detección, el niño con sordera profunda diagnosticada de nacimiento podrá oir en un futuro gracias al implante coclear y, en consecuencia, podrá adquirir el lenguaje y expresarse a través de la oralidad.

Como estudiante, entonces, me decanté por hacer una de los Practicums en un CREDA (centro de apoyo a niños con dificultades auditivas, trastorno específico del lenguaje y/o la comunicación) para adentrarme en este ámbito. Pude observar a niños con implantes cocleares. Era un gozo oírles hablar. Me parecía un milagro.

Me impactó el caso de Marta Capedvila y no paré hasta conocerla. Sorda profunda de nacimiento, madre de 4 hijos, uno de ellos sordo profundo de nacimiento. Los padres de Marta hicieron todo lo posible para que ella recibiera estímulos acústicos con la tecnología (muy limitada) de la época. Cuando nació su hijo y supo de su sordera Marta no se lo pensó dos veces y decidió implantarlo. Ella se implantó de mayor, «para poder escuchar la voz de mis hijos».

La historia de Marta es de esas que te sacuden. A mí me sacudió.

Después de conocerla y hablar muchas horas con ella, entendí su lucha (oralidad vs lengua de signos). Si te interesa, te recomiendo que eches un vistazo a su libro (las ilustraciones son suyas) Sordos profundos. Pero oímos y hablamos.

Gracias a Marta entendí que los sordos son sordos, no mudos. Y desde el punto de vista fisiológico, tiene toda la razón. La posibilidad de implantarse ha sido un antes y un después para los sordos. Adquirir o no adquirir el lenguaje. Esa es la cuestión.

A mí no deja de sorprenderme que la palabra sordomudo aparezca todavía en los diccionarios. Creo que debería ser objeto de revisión.

De esta cuestión hablé en el podcast del pasado 3 de mayo. Es el que ha tenido, por el momento, menos reproducciones. Y, en cambio, a mí me parece un tema no solamente interesante sino muy revelador.

He trabajado durante 40 años con la voz y nunca me había planteado que una persona sorda no desarrolla el lenguaje porque no lo percibe por via auditiva. No desarrolla conciencia fonológica porque no recibe ningún estímulo sonoro. Y ese hecho me impactó. Y aún hoy.

Disfruta del piar de los pajaritos, del rumor de la ola cuando pega en la orilla, de la rama que cruje, y del viento cuando silba…

Y disfruta del milagro de poder hablar y expresar el pensamiento. ¡Que tengáis muy buena semana!


Salud y paz.

ÚNETE AHORA