La próxima semana entramos en el teatro. Es un momento muy emocionante. La escenografía, la ropa, el maquillaje, las pelucas, la utillería, los músicos, el sonido. La función crecerá de forma extraordinaria. Es un momento muy gratificante y especial. El trabajo realizado durante treinta días de ensayo tomará aún más forma y encontraremos nuevos matices y cada escena tomará pleno sentido.
La parte técnica es importantísima en un musical, por supuesto. Luces. Sonido. Maquinaria. Y aún más en Los Puentes de Madison (¡tenemos nueva web!), donde la escenografía es sumamente compleja. Se ha vaciado totalmente el escenario y se ha construido un escenario dentro del escenario. Todo está motorizado. La furgoneta entra y circula por el espacio. El puente avanza, se despliega y se eleva. La casa, con la cocina y el porche, aparece y desaparece. La cama.. Ay la cama. Esta parte no la quiero desvelar porque, cuando vengáis a vernos, quiero que os impacte cómo nos ha impactado a nosotros. Y el puente del final… avanza majestuoso hasta tal punto en el escenario que el público sentirá que está dentro del Puente de Roseman.
La obra no tiene entreacto, por suerte, y dura 130 minutos, de los cuales 120 estoy en escena. Se me pasa en un suspiro. Cada vez que termino un pase tengo la sensación de que tan solo ha transcurrido media hora. Dos horas en las que el espectador se quedará «envasado al vacío». Lo sé. Nos ha pasado a nosotros como actores y sé que el público vivirá la misma sacudida emocional o más contundente todavía.
Queridos, nada comparable al teatro. Cada función es única e irrepetible. Es cierto que exige un compromiso y una disciplina pero, precisamente ahí radica su grandeza y la del arte de «representar». El reto es realizar cada función como si fuera la primera y, al mismo tiempo, mantener la esencia de lo que un día creaste con el director y los compañeros.
En otro orden de cosas, debo confesar que este primer mes en Madrid ha sido frenético. Por las mañanas ensayo. Y por las tardes he intentado continuar con todas las tareas que no puedo dejar de hacer: la coordinación que exige Nina Academia, ultimar los detalles de un libro que publico a finales de noviembre y del que os hablaré en breve, los 2 podcasts y esta carta semanal. Gestión. Reflexión. Escritura.
Durante estas semanas he grabado episodios que son auténticos tesoros, no solo por las temáticas sino por los invitados que los protagonizan. El de mañana, POR FAVOR, ¡no os lo perdáis bajo ningún concepto! La periodista Gemma Nierga nos habla de la voz en las entrevistas con políticos.
Mantener una conversación con Gemma, a la que admiro profundamente, es un regalo para el intelecto y el alma, una satisfacción profunda, como todas las que me está dando Tu voz Tu éxito.
Cuando años atrás visualicé y diseñé un programa de radio sobre voz (lo cuento en el episodio cero), imaginé conversaciones con muchos profesionales de distintos ámbitos pero con la voz como común denominador. Uno de esos profesionales era Gemma Nierga.
Años más tarde, este programa se ha materializado en forma de podcast y ¡es mucho mejor que un programa de radio! Aquí nadie me pone límites. Con Gemma, como con cada invitado, hemos pactado un tema, mejor dicho, el invitado lo elige, y charlamos durante el tiempo que nos apetece. Nadie nos corta, no hay publicidad, nadie nos dice «eso no interesa», «eso no es comercial», «eso no vende», «debes entrevistar a alguien de actualidad», «el entrevistado no puede dar una respuesta más larga de 3 minutos», «deberías crear secciones y mantener una interacción constante con el oyente».
¿No es maravilloso no tener que escuchar a nadie que te diga lo que tienes qué hacer y cómo debes hacerlo? ¿No es maravilloso hacer lo que crees que debes hacer y punto?
Mi objetivo no es hacer un podcast comercial. En realidad ¿Qué es comercial? El objetivo de Tu voz, Tu éxito es hacer divulgación sobre la voz humana y dar contenido de valor a las personas que lo escuchan. Y además, tengo un dato significativo: los episodios más escuchados son los más largos, lo que demuestra que se puede estar una hora y media conversando con un invitado y dejar que sus intervenciones sean tan largas como sea necesario.
¡Que tengáis muy buena semana!
Salud y paz.