La voz de Antoni Bassas

El pasado domingo salió publicada en papel y también en vídeo, la entrevista que Antoni Bassas me hizo para el diario ARA. Para los que no conozcáis su trayectoria deciros que es el tipo de periodista, cuyor rigor y solvencia profesional hace que cuando escribe o habla, le leas o escuches con antención plena.

La entrevista no pretendía abordar la actualidad (Los Puentes de Madison) o hablar de mi trayectoria en general, la cual casi siempre es el motivo o tema central de la mayoría de entrevistas.

Antoni me explicó que poco o mucho sigue la actividad de Nina Academia y es conocedor de la labor de divulgación sobre la voz que llevo a cabo mediante el podcast. Me hizo muchísima ilusión que un periodista de su valía quisiera entrevistarme y todavía me hizo más ilusiónsaber que la voz era lo que le motivaba a hacerlo.

Admiro a Antoni.

Durante muchos años, casi los 14 que dirigió el programa histórico Els Matins de Catalunya Ràdio, me desperté con su «Buenos días, son las ocho». Su voz, y su forma de hacer y entender la radio, me acompañó (y me hizo compañía) durante muchos días, horas y minutos.

En julio de 2008, yo estaba enganchada a la radio cuando anunció que dejaba Els Matins. Aquel 18 de julio, como tantos y tantos oyentes, fui a Catalunya Ràdio para ver y vivir en directo su despedida y agradecerle tantos años de buen trabajo periodístico. Mientras se despedía de aquellos micrófonos, yo le veia a través del ventanal y le escuchaba a través de los cascos conectados al transistor. Le veía, claro, todo lo que me dejaban los lagrimones que caían por mis mejillas. Sí. No exagero nada. Lloré mucho y me sentí un poco huérfana, todo sea dicho de paso.

Que la voz de Bassas se marchara de las ondas fue una noticia triste por muchas razones. Los motivos de fondo de su marcha no hacen más que decepcionarme profundamente como ciudadana. Y en cuanto a su voz, el vacío fue enorme y no sabría cómo describirlo con palabras. 

Tenía la sensación de que me faltaba algo muy importante en mi día a día. La de Antoni no solo era la voz que me informaba, la que me ponía al día, era la voz con la que aprendía, la voz que me interpelaba, la que formulaba las preguntas pertinentes, la voz que hablaba solo lo estrictamente necesario para dar protagonismo a quienes debían tenerlo. La voz generosa con los miembros de su equipo al que le daba juego y hacía brillar. La voz que conversaba con sabios y nos conectaba con lo esencial de la vida y la existencia.

Hablar de voz con Antoni ha sido gratificante. Sé a ciencia cierta que él entiende las razones profundas del por qué proclamo que la voz es una de las claves de nuestro éxito en la vida personal y profesional.

Creo que no me equivoco si digo que Antoni Bassas ha podido comprobar el poder de la voz, aunque si bien es cierto que la tarea que desarrolla en el periodismo escrito desde hace años en el diaro ARA la ha hecho descubrir que «el placer y la responsabilidad de ser leído son superiores a los de ser visto u oído.»

Hacía mucho tiempo que no nos veíamos y conversábamos. Me gustó volver al plató del ARA. La última vez que estuve allí me había invitado a Carles Capdevila. Os hablé de él hace pocas semanas.

Hay voces que siempre nos acompañarán y que, cuando se marchan o dejamos de escucharlas, resuenan dentro de nosotros como si las lleváramos grabadas en la piel.

Hay voces que nunca se apagan en el silencio de nuestro cerebro.

Salud y paz

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