¡Fuera quebraderos de cabeza!

Hoy toca dar respuesta a una de las consultas que habéis dejado. Confío que os animéis a dejar muchas más y a preguntar sin miedo… Como decía el poeta, «Solo vive quien pregunta».

Alguien de vosotros pedía hablar «…de los dolores de cabeza físicos que dificultan el habla. No sabemos si es un tema para ir al quiropráctico, al masajista, al gimnasio…»

Para abrir ese melón necesitaría más datos de la persona que plantea la cuestión.

Aunque, así de entrada, os diría que cuando hablamos movilizamos toda la musculatura facial (cuarenta y tres músculos), más la musculatura implicada directamente en el habla, es decir, un montón de músculos si tenemos en cuenta que con la lengua ya nos plantamos en diecisiete. A estos debemos sumarle los del paladar (dos músculos principales, aunque tiene más), y los constrictores faríngeos (tres músculos) más toda la musculatura implicada en la fonación y asociada con la laringe (siete intrínsecos y siete extrínsecos).

El cuerpo humano es una cadena, o mejor dicho, un conjunto de cadenas de tipo muscular, articular, neurovascular y visceral. Y, no podemos desligar el fenómeno de la fonación del conjunto del cuerpo.

Fijáos en esto… La laringe es una especie de cruce situado en el cuello, con músculos que la movilizan (hacia superior o craneal y hacia inferior o caudal), y/o la estabilizan. Y estos músculos no actuan solos sino que establecen sinergias con otros más alejados de la laringe.

El dolor imposibilita, paraliza, obstaculiza, entorpece y dificulta. Según lo que acabo de exponer, parece del todo «razonable» que el dolor de cabeza nos altere la capacidad de hablar con normalidad. 


La persona en cuestión pregunta a qué especialista ir para poner solución el dolor de cabeza.

Todo apunta a que debería pedir cita al neurólogo.


Ahora bien, también haría bien en formularse las siguientes preguntas:

1. ¿Desde cuándo me pasa?

2. Cuando me pasa (siempre, mañanas, tardes, noches)

3. ¿Mejora si descanso? ¿Mejora haciendo alguna actividad física? ¿Otros?

4. ¿Se agudiza o aumenta haciendo qué? ¿Durmiendo poco? ¿Estado emocional? ¿Malas posturas? ¿Muchas horas en el ordenador y sentado?


A la persona que plantea esta cuestión le diría que, si quiere dejar más información y más concreta (respondiendo las preguntas) quizás podríamos seguir hablando de ello.

Dicho esto, no soy neuróloga, ni fisioterapeuta. Por cierto, este profesional sanitario quizás también podría dar soluciones al problema.

Tenía previsto hablaros de mi paso por el BenidormFest y la dificultad de hacer de jurado cuando no puedes ajustarte a criterios específicamente técnicos, pero me ha parecido que este tema era más relevante.

¡Salud y fuera dolores de cabeza!

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