Carta a Carles Capdevila

Cinco años han pasado desde que te fuiste, Carles. Aquel 2 de junio de 2017, yo estaba en el Teatro Coliseum de Madrid con Mamma Mia! Entre función y función quise dedicarte unas palabras en un vídeo que colgué en Twitter. Se me hacía extraño hacerlo y, al mismo tiempo, sentía la necesidad de hablarte.

Nos conocimos personalmente en la radio. Me invitaste a tu programa «Eduquem les criatures» para hablar de la cultura del esfuerzo. Recuerdo que me pediste una canción acorde con el tema para pincharla durante la entrevista. Elegí «mi canción de batalla» Putting it together, de Stephen Sondheim. Cuando pienso en valores como esfuerzo, exigencia, rigor y compromiso siempre me viene a la cabeza esta versión que Sondheim reescribió magistralmente para Streisand.

Fuimos coincidiendo, una vez en Nueva York con Eva, tu mujer, otra en los premios de la Fundación Princesa de Girona. Ese día charlamos un buen rato. Escucharte era un máster en sentido común, autenticidad y fina ironía.

Recuerdo con nostalgia tu época en «Can Bassas» como tertuliano los lunes en «Els matins de Catalunya Ràdio». Aún conservo alguna de aquellas tertulias en mi reproductor de iTunes. Recuerdo también la de los viernes con los «tres tenores», Foix, Sanuy y Portabella. Qué tiempos. Como añoro, en la radio de hoy, ese análisis tranquilo e inteligente de ayer, gracias al cual, no solo te informabas con rigor, sino que desarrollabas un criterio sobre ciertos temas en los que eres un absoluto ignorante. Uno de esos viernes gloriosos oí a los tres tenores afirmar que la función de la tertulia y la responsabilidad de los tertulianos es ayudar al oyente a desarrollar un criterio.

En diciembre de 2012 y con motivo de la edición de mi primer libro, Con voz propia, quisiste entrevistarme. El libro llevaba algunas semanas en la classe y desde Columna-Edicions 62 hicieron toda la difusión posible. Ningún medio ni periodista se interesó. Ninguno, excepto tú. Te envié el libro firmado semanas antes, lo leíste y me contactaste.

Las 265 páginas de mi primer libro son algo más que una biografía y tú lo captaste. Lo vi rápidamente al empezar la entrevista.

Con voz propia recoge la vida personal la y artística (ambas son prácticamente inseparables en el caso de nuestro oficio), para hacer divulgación de la voz y poner en valor la profesión de actriz y cantante. Todo cuanto ahí narro, está impregnado de la herencia más preciada que me han dejado mis abuelos y mis padres: los valores de los que hablamos en «Eduquem les criatures» cuando me invitaste. Unos valores que tú has pregonado en unas charlas que se hicieron virales, no por una aspiración de Capde de convertirse en youtuber, sino porque derramaban inteligencia y sentido del humor. Este hecho, sumado a una magistral organización del discurso pronunciado por un gran comunicador como tú, las convirtieron en virales.

«¿Sabes que has inventado un nuevo género»? Me dijiste al empezar la entrevista. «¿En serio? ¿Cuál?», te pedí… «La vozgrafía«, me soltaste haciendo alarde de tu depurado ingenio. El vídeo de la entrevista ha desaparecido de la red. Lo he buscado estos días y no lo he encontrado. Me hubiera encantado compartirlo con las personas que leerán estas líneas que te escribo, Carles. Esa entrevista ha sido la mejor que me han hecho en 40 años y que, probablemente, me hagan jamás.

Días después de la entrevista, contacté de nuevo para pedirte consejo. Pensé que un profesional como tú que había hecho la transición de creador de contenidos de humor, como el programa de radio y televisión «Alguna pregunta més» (APM), a director de un diario, entendería mis razones y me daría las orientaciones y los consejos apropiados.

En ese correo te hice partícipe de mis preocupaciones. Hacía ya algunos años que había iniciado un camino en el ámbito del estudio de la voz y la docencia que quería continuar en paralelo con el artístico procurando que el segundo no eclipsara al primero. Cuando daba entrevistas a los medios (y todavía hoy), los cuatro tópicos que han marcado mi carrera (y de los que no reniego de ningún modo) siempre eran (y son) la base de entrevistas vacías de contenido e interés, al menos para mí.

(Con los años, Carles, he aprendido a dejar que pregunten lo que les interesa y contestar lo que quiero)

Nos cruzamos cuatro correos y quedamos en tu despacho en el ARA para hablar de ello. Me sentía extraña hablando de algo tan íntimo con una persona con la que, al fin y al cabo, no tenía una gran confianza. «Si quieres hacer ese camino, hazlo.». Era tan sencillo como eso. Tenías razón. Qué complicados somos los humanos.

Terminé el Grado de Logopedia, Carles, y hace unos meses he culminado un Máster en Investigación Clínica. Dos años más tarde de esa entrevista abrí las puertas de una Academia especializada en voz. Y hace unos meses he impulsado un podcast de divulgación sobre la voz humana. «Si quieres hacer ese camino, hazlo».

El consejo que me dabas parecía del todo razonable. ¿O es que quizás hay otra forma de llegar a un destino si no es andando el camino que te lleva a él? Seis palabras. Suficientes para sacudirme y entrar en acción para seguir con mi objetivo.

Nadie puede hacer el camino por nosotros. Sin embargo, hay personas que te hacen más visible la ruta.

Aprendí mucho contigo y de ti. Tus entrevistas, tus artículos, tu columna diaria en el ARA. Recuerdo perfectamente cuando lo impulsaste. En casa seguimos el proyecto desde el primer día, desde esa primera web donde salía una foto tuya y un texto donde, con palabras que emanaban entusiasmo y convicción, contabas lo que iba a ser el Diari ARA.

Nos entusiasmaste a todos.

 

Te dejaste, literalmente, la vida. «El «ARA» ha sido el proyecto de mi vida y, ahora, mi proyecto es mi vida», nos dijiste ese 24 de noviembre de 2015… Y se nos heló el corazón.

Cinco años recordándote, añorándote y agradeciéndote tantos aprendizajes, Carles.

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